Un proceso que comienza en los labios, la zona del cuerpo que, a pesar de sus reducidas dimensiones, es junto con la yema de los dedos, la que mayor densidad de terminaciones nerviosas, contiene en su interior múltiples receptores con gran capacidad para percibir, explorar y transmitir información al cerebro.

Los expertos describen cuatro neurotransmisores básicos que se despiertan con el beso: dopamina, que nos hace sentir placer y bienestar; serotonina, con la que sentimos excitación y optimismo, epinefrina, que aumenta la frecuencia cardíaca y la oxitocina, que genera apego y confianza.

De acuerdo a un estudio de la Universidad de Oxford a través de un beso, las personas podemos evaluar un potencial compañero, ya que el intercambio de fluidos permite juzgar el atractivo sexual y la posibilidad de reproducción.